miércoles, 18 de septiembre de 2013

Ley, democracia y derecho a decidir


El pasado 13 de septiembre el escritor Javier Cercas escribía un artículo en El País Semanal, acerca de la cuestión del derecho a decidir, debate generado al albur de las diferentes iniciativas ciudadanas puestas en marcha en Catalunya que defienden y reivindican el derecho a realizar una consulta popular sobre la independencia de dicho territorio. En el artículo, titulado Democracia y el derecho a decidir, el escritor critica implícitamente la dudosa legitimidad de abrir un hipotético proceso de escisión del Estado español fruto de la voluntad de un grupo de población, según él, minoritario.

Cartel de Via Catalana cap a la Independència.
Fuente: www.assemblea.cat
También critica que Catalunya sufre un clima social impregnado de totalitarismo soft. De hecho, el artículo cuenta con diversas afirmaciones como que se vive una falsa unanimidad de mayoría que quiere la independencia que existe una concordia ficticia (se refería ciertamente al 1.400.000 personas que se manifestaron en la Vía Catalana en la Diada de Catalunya) o que en democracia no existe el derecho a decidir. O que la democracia consiste en decidir dentro de la ley.


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Portada del libro de Javier Cercas (fuente Ed. Mondadori)
Sorprende que el reconocido y excelente escritor de la novela (o ensayo histórico disfrazado de ficción) Anatomía de un instante se manifieste en dichos términos Máxime cuando debería saber - después de haber investigado, de haberse documentado y de haber contabilizado centenares de horas de entrevistas con los principales actores de la Transición a la democracia - que los andamios y engarces del actual Estado de derecho español se construyeron sobre un escenario no precisamente democrático. De hecho, los errores de aquella Transición se están pagando ahora. Aquel café para todos ha acabado siendo una bomba de relojería en un marco extremo de crisis que los actuales políticos no saben cómo solucionar.

Aquel  proceso de Transición no tuvo nada de democrático por lo siguiente:

1.- Los movimientos antifranquistas,  ya fueran de izquierdas o independentistas, quedaron fagocitados por los rápidos pactos que alcanzaron fuerzas nacionalistas satélites, franquistas reciclados a europeístas liberales y la traición de los dos grandes sindicatos CCOO y UGT. Un baile de debilidades (que no de fuerzas) marcaron el adn de la actual democracia cuya guinda es la supuesta aceptación de una monarquía parlamentaria impuesta por una ley orgánica del dictador y genocida Franco.


los secretos de la transicion: del batallon vasco español al proc eso de los gal-francisco j. satue-97884973439542.- Cada vez existen más estudios y averigüaciones que sostienen como cierta la hipótesis de que se planificó una estrategia de la tensión con la aparición de la guerra sucia de los servicios secretos del Estado para amedrentar a los movimientos obreros de base e impedir que éstos fueran más allá en su lucha y alcanzar lo que una silenciosa mayoría deseaba: una ruptura con el régimen y no una reforma política. Esto último es lo que acabó ocurriendo. Pero una política de información poco transparente por parte de los gobiernos socialista y popular impide llegar al fondo de la cuestión: el acceso a muchos de los archivos españoles con numerosa documentación de acceso restringido gracias a una nada democrática Ley de Secretos Oficiales aprobada en 1968  todavía vigente. Esta ley no sólo no ha sido actualizada ni derogada por otra más acorde a los tiempos modernos y democráticos, sino que ha sido reforzada para impedir el acceso a los archivos de las embajadas españolas de diversos países. Este hecho ha sido denunciado por un numeroso grupo de investigadores y archiveros que no pueden, entre otras cosas, investigar la documentación de hace más de 30 años, tiempo límite ante el cual es obligatorio la desclasificación de papeles. Curiosamente ha coincidido en el tiempo este hecho y el debate de la Ley de Transparencia hace pocos días aprobada.

Portada del libro La Transición Sangrienta
De hecho, los estudios de Xavier Casals, investigador de los movimientos de extrema derecha, demuestran lo determinante que fueron estos grupos camuflados (tanto españoles como italianos y algunos de ellos bajo la tutela del ejército secreto Gladio de la OTAN) para tener controladas las fuerzas antifranquistas, especialmente las de izquierda, anarquistas e independentistas. Cabe destacar en este sentido el estudio de La Transición sangrienta de Mariano Sánchez Soler que relaciona todas las víctimas de la violencia política en la Transición. Muchas de ellas lo fueron por parte de las fuerzas de seguridad del Estado o por comandos fascistas que trabajaban para una corte de comisarios franquistas y torturadores profesionales. Curiosamente, muchos de aquellos episodios oscuros y nunca esclarecidos y que determinaron el clima de decisión política son fantasmas que amenazan con su reaparición. Los actuales alumnos aventajados en defender la indisoluble unidad de España ya han resucitado. Como así ocurrió en Madrid el pasado 11 de setembre cuando conocidos militantes de extrema derecha atacaron la sede de la Generalitat en la capital del reino.

Todo este recorrido historiográfico, que a priori no tiene que ver con el articulo de Cercas sirve para rebatir al célebre escritor la parte de Historia que conlleva en su apreciación de democracia y ley. 

Volviendo al ámbito de la teoría política, Javier Cercas confunde la praxis democrática con un proceso constituyente (que puede ser o no democrático). Un sistema democrático no es una ley en sí misma. Es un contrato social surgido del pacto entre individuos que libremente deciden constituir un nuevo orden. La ley, en democracia, está para ser cumplida,  en eso estamos de acuerdo. Pero la democracia no es ley ni la ley necesariamente debe ser democrática. En este sentido el investigador en Sociedad de la Información de la Universitat Oberta de Catalunya, Ismael Peña afirma en su blog IctLogy en su último post que el derecho a decidir es un derecho individual y no colectivo. Y afirma que El derecho de autodeterminación es previo a la Constitución porque primero viene la decisión de crear una sociedad y después viene el explicitar, el fijar negro sobre blanco, cómo se va a organizar.
 




Portada del libro Cultura de la Transición
Por tanto, el artículo desprende importantes y graves errores de apreciación en los conceptos más básicos de la disciplina de la teoría política. Y pasa por alto cuestiones historiográficas que conoce (o debería conocer) perfectamente; eso o al menos que ignore que existen muchos documentos sin desclasificar y que contienen información que ninguno de sus entrevistados le dijo. Su artículo destila una idealizada y mitificada idea de democracia (la que dibujó la Transición) y de su ley constituyente - la Constitución - como ley suprema, única y sagrada. ¿Pretende decir que existió antes la ley que el hombre? ¿Como si una fuerza mítica y sobrenatural ya hubiera otorgado a los mortales una serie de leyes y contratos bajo los cuales deberían regirse? Quizás sea víctima de lo que un grupo de intelectuales llamó como la Cultura de la Transición en el que la aparente progresía de la izquierda acabó aplicando un programa de establishment y doctrina del fundamentalismo democrático. Lo cual ha acabado condicionando otras formas de hacer política o escuchar - como es el caso - a una parte importante de la población que pide ser consultado democráticamente en las urnas si quiere pertenecer o no a un estado.

De los artículos de Ismael Peña en Sociedad Red Blog se deduce que la naturaleza de las leyes de un Estado de derecho contempla su interpretación, su flexibilidad y su actualización si fuera necesario. La democracia obedece a unos principios no a la ley. El acuerdo y pacto social precisa de un cauce legítimo para expresar la construcción de un espacio regido por la ley. Primero se legitima. Luego se legisla. La democracia se construye en base a una legitimidad no a una legislación. Lo contrario son leyes pero no democráticas.

Por tanto democracia es mucho más que decidir dentro de las leyes. 

Al menos que sean leyes de la frontera, las cuales Javier Cercas conoce muy bien.

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